domingo, 9 de enero de 2011
Hola a todos;
Pues la verdad es que no sé si voy tarde o llego bien a este ejercicio, pero en cualquier caso aquí os dejo mi ejercicio.
Este relato está inspirado en un sueño que tuve hace pocas noches y sobre el cual profundice algo más hasta convertirlo en un relato más largo o una mini historia de no muchos capítulos. Pero bueno, ya veré. De momento espero que os guste el relato. Un beso fuerte a todos.
Mi momento predilecto de las vacaciones es el crepúsculo de la tarde.
Todas las tardes, durante el mes que paso de vacaciones en la casa que mis padres tienen en la playa me bajo aquí, un poco antes del atardecer, cuando ya no queda casi nadie porque todo el mundo se ha marchado a sus casas u hoteles para prepararse para la noche, y me siento en esta misma roca en dónde ahora me encuentro, en un lugar apartado al que prácticamente nadie se acerca, y me sumerjo en el maravilloso espectáculo que el crepúsculo me ofrece.
Pero este año es diferente. Todo es diferente.
En lugar de disfrutar del atardecer, embriagarme del olor a salitre y sumergirme en un estado de meditación inducido por el suave rumor del mar, estoy pasando este momento observando la alta y delgada figura de Jim, mi novio, que está realizando el pequeño ritual que he querido compartir con él, en la orilla del mar.
Casi me parece imposible estar observándole de pie en la playa, estático, con las manos metidas en los bolsillos y dejando que el mar bañe sus pies descalzos mientras observa como el sol se oculta en el horizonte. Todo lo que antes me fascinaba y me inducía a un estado de paz y felicidad total, ahora parece haber quedado en un segundo plano, pues ha sido sustituido por él. Verle ahí de pie, vivo, es mucho mejor que todos los atardeceres en la playa del mundo.
Quizá esto pueda parecer una tontería o quizá no, pero para mí esa imagen es lo más importante del mundo. Voy a hacer unas cuantas fotos y un vídeo para inmortalizar este primer día de estas vacaciones diferentes.
-¡Jim! -lo llamo cuando termino de grabar el vídeo. Quiero hacerle algunas fotos de frente.
Despacio se gira hacia mi, me saluda y me sonríe.
-¡Espera, no te muevas todavía! -le grito cuando veo que empieza a caminar para venir hacia mi.
Le hecho algunas fotos mientras él ríe divertido moviendo la cabeza de lado a lado. Tiene una risa musical y muy suave y su sonrisa es realmente bonita. Pero esto no lo he descubierto hasta hace muy poco, cuando la policía lo liberó y lo trajeron de vuelta a casa. Antes del secuestro apenas sonreía y su sonrisa era más bien forzada, reír jamás lo había visto en los seis meses que hace que lo conozco. No entiendo porqué no lo hacía y me produce un placer inmenso que haya decidido hacerlo a menudo.
-¡Ahora! ¡Ya puedes venir! -le digo agitando una mano.
Jim viene hacia mi andando de forma pausada, como suele hacerlo normalmente, con las manos en los bolsillos y una sonrisa en la cara. Yo me quedo pasmada mirándolo. Está realmente guapo con esa camisa blanca y esos pantalones beige claro que le compré. Además, la luz del sol medio escondido hace que su pelo caoba destelle en tonos aún más rojizos. También ha cambiado su corte de pelo y este le hace parecer aún más guapo.
-Me encanta este lugar -me susurra mientras se arrodilla frente a mi y se estira para darme un beso-. Es maravilloso.
-Te lo dije, cerebrín -le digo de broma haciéndome la orgullosa-. No sirve de nada conocer el funcionamiento del universo si no puedes apreciar su belleza.
Jim sonríe y se sienta en la arena dónde me he sentado mientras venía, entre mis piernas, apoyando la cabeza en mi pecho y contemplando el atardecer mientras acaricia mis pantorrillas con suavidad. Me encanta verle tan relajado. Le abrazo con fuerza y le beso en la cabeza embriagándome del suave aroma a menta de su champú.
-Te quiero mucho, Jim -le susurro y noto como se le forma una sonrisa-. Antes, venir aquí a ver el atardecer era mi momento favorito. Ahora lo es compartirlo contigo.
Gira la cabeza para mirarme y sus ojos verdes, intensos y lleno de felicidad se encuentran con los míos grises. Es increíble como ha cambiado también su mirada. Antes parecían distantes y apagados.
-Yo también te quiero, mi heroína.
Los dos reímos ante el comentario y estira el cuello para darme otro beso, más dulce aún que el anterior. Después vuelve a la misma posición, suspira y se pone serio, aunque sigue relajado.
Sé lo que está pensando y yo también miro hacia el mar con seriedad, reviviendo una vez más los dos meses horribles que pasamos todos gracias a una loca fanática de mis libros que quiso hacerme daño aún no se sabe bien porqué ya que ha ofrecido varias versiones. Los psiquiatras dicen que padece un trastorno de personalidad o algo parecido, la verdad es que no presto demasiada atención a lo que se dice porque lo que quiero es olvidar que todo aquello pasó. Pero eso da lo mismo, fueron meses horribles en los que me convertí en investigadora junto a los policías que llevaban el caso y no paré hasta que descubrimos quién era y dónde había llevado a Jim.
Cuando su familia, sus amigos y yo lo vimos salir de aquél cine abandonado en dónde lo había tenido cautivo, volvimos todos a la vida y las cosas cambiaron mucho. También para mi.
En primer lugar, el miedo y la inseguridad que sentía respecto a mi relación con él se esfumaron en un segundo. La primera persona a quien buscó fue a mi. Aún recuerdo los besos y abrazos que me dio en medio de la multitud y lo que me dijo.
-¡No sabes cuanto te he echado de menos! Me han dicho que me has encontrado tú. Eres mi pequeña heroína, mi vida.
No pude reprimir las lágrimas. Hasta el momento, nuestra relación había sido seria, aunque nunca me había dicho que me quería o me había llamado de alguna forma cariñosa como “mi vida” o “cariño”, por lo que no sabía si para él iba tan en serio como para mi o si me quería aunque solo fuera un poquito. Ahora sé que era por su forma de ser, no porque no me quisiera.
-Pensé... ¿Me quieres? -balbuceé entre sollozos de angustia por todo en general.
-Eres a la única que dejo que me toque -me dijo muy serio mirándome a los ojos y sujetándome la cara entre sus manos mientras hablaba-. Nadie más puede hacerlo. Nadie entra en mi cuarto más que tú. Nadie se sienta en mi sitio o encima de mi escritorio. ¿Es que eso no te dice nada?
Recuerdo cómo me reí entre lágrimas. Aquella situación me parecía irreal. Toda su familia esperando que les prestara atención y nosotros discutiendo temas íntimos. Lo besé y le abracé fuertemente una última vez antes de dejarle con su familia. Más tarde descubrí que ellos, su familia y amigos, no solo habían sufrido por el secuestro de Jim sino que también sufrían por verme tan desesperada por encontrarle. Yo no fui consciente de este hecho hasta que no me lo dijeron dos días después del rescate de Jim. Parece que me cogieron mucho más cariño del que ya me tenían.
Pero, sin lugar a dudas, el cambio más radical se produjo en Jim. Ya no está tan obsesionado con los microbios, o el orden de la casa o de su ropa, salimos de casa mucho más sin programar los días que iremos al cine o a cenar, ha cambiado su forma de vestir, su corte de pelo y, sobre todo su forma de ver el mundo. Nuestra relación ha avanzado tanto como para empezar a vivir juntos y ahora estamos compartiendo este primer atardecer de las vacaciones. Aunque no es lo único que vamos a compartir de ahora en adelante.
-Jim -le susurro al oído-. Estoy embarazada.
Por un momento pienso que no me ha escuchado, pero enseguida se vuelve, me tumba sobre la arena y me besa con más pasión de la que nunca ha empleado.
-Tendremos que cambiar el despacho a la otra habitación -me dice tan tranquilo dejándome pasmada pues, además, sus ojos muestran un brillo especial que antes no tenían-. Cogerán mejor las cosas del pequeño en éste.
-¿No... te enfadas? -pregunto tontamente, posiblemente por la sorpresa de que se lo haya tomado tan bien teniendo en cuenta que nunca hemos hablado del tema de los hijos.
-¿Porqué iba a enfadarme por que me vayas a dar un hijo? Lo único que me molesta es que te me hayas adelantado.
Sin darme tiempo a procesar sus palabras, saca una cajita del bolsillo del pantalón y me muestra el precioso y sencillo anillo que descansa en su interior.
-¿Quieres casarte conmigo?
La pregunta me pilla totalmente por sorpresa, pero no tardo nada en aceptar. Nos fundimos en otro beso profundo y dulce al mismo tiempo río nerviosa cuando nos separamos. No se había puesto serio por que estuviera recordando el secuestro, sino porque estaba buscando la manera de pedirme matrimonio.
Mientras caminamos de regreso a casa, cogidos de la mano, le doy vueltas a todo sintiéndome feliz porque al final, la decisión de mudarme a la ciudad fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Gracias a ella volví a encontrarme con Jim después de dos años, y con él al amor de mi vida.
Etiquetas: Adictos a la escritura, relatos
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Un beso, loca.