SINOPSIS: Apodada "la bruja de hielo", Amanda Baker era la sencilla hija de un baronet que siempre se había dado aires de grandeza. Acusada de arribista, la sociedad trató de apartarla desde su incursión. Lejos de amedrentarse, Amanda convirtió su sublime belleza en una bendición y se hizo un hueco en las filas londinenses, pues consiguió casarse con un hombre con título y llegó a ser condesa.

Pronto, su esposo la dejó viuda y arruinada, por lo que se tuvo que cobijar bajo el ala de su hermana y el marido de ésta, para no morir de hambre. Decidida a recuperar su posición y cegada por su ambición de conseguir un nuevo título de prestigio, "la bruja de hielo" se vio enredada en una trampa que la ligó a un hombre rico, apuesto y que además era conde.

Comienzo con las reseñas de la serie "Bajo la luna" de verónica Mengual, una serie que tenía en mi lista de pendientes y que ha comenzado bastante bien, pues me ha gustado mucho y he quedado enganchada, deseosa de comenzar con el segundo libro (aunque las novelas son auto conclusivas).

Empecé la lectura de esta novela con grandes expectativas tras haberla descubierto con la serie "Inesperada" que escribió junto a A.S. Lefebre y, la verdad es que no me ha decepcionado para nada. Me gusta tanto como me gustó en las anteriores novelas, por lo que ya me puedo declarar oficialmente, fiel seguidora de Verónica Mengual.

Pero bueno, entremos en materia. Dulce veneno bajo la luna es la historia de Amanda Baker, una muchacha de veintiún años, hija pequeña de un baronet y viuda de un conde decrépito, que se ha ganado a pulso el apodo de bruja de hielo, porque realmente es una persona odiosa, pero a la que nadie conoce en realidad.

Y es que, Amanda, no lo ha tenido nada fácil en la vida. Sus progenitores, las personas que tenían que haberla cuidado, protegido y querido, fueron los primeros que la hicieron sufrir en la vida. Su padre la castigaba por su belleza y su madre, hacía la vista gorda. Y en el entretanto, educaban a sus dos hijas, con el único objetivo de que se casaran con condes que elevaran su estatus social.

Por supuesto, lo consiguieron. Pero, mientras su hermana Samantha encontraba el amor en un hombre bueno, Amanda fue adjudicada a un viejo conde pervertido, con tendencias sexuales mal vistas en aquella época, que la vejó e intentó abusar de ella junto a sus amantes de formas inimaginables hasta que, dos años más tarde de su matrimonio, tuvo la decencia de dejarla viuda. 

Claro que, esto por una parte fue bueno y por otra fue pésimo pues, la dejó en la miseria, teniendo que refugiarse en casa de su hermana y su cuñado, además, tuvo que soportar rumores de lo más malintencionados sobre ella y, para colmo, su carácter y su forma de ser se volvió todavía peor de lo que ya era.

Resumiendo mucho, la vida de Amanda no ha sido ningún cuento de hadas, lo cual la convierte en lo que es. Aunque no sea realmente en lo que se convierte.

Por lo que yo he podido entender (o a mí me lo ha parecido), esta novela trata sobre las apariencias. Más a menudo de lo que nosotros creemos, juzgamos a las personas sin conocerlas, lo que le sucede a la sociedad londinense con Amanda, que la juzgan y la apartan dejándola sola sin conocerla realmente. Pero creo que también va un poco sobre el Karma. Nuestras acciones, nuestra forma de comportarnos y tratar a los demás, tiene consecuencias. Siempre vas a recibir lo que das o vas a cosechar lo que siembras. Y esto, precisamente, es lo que le ocurre a Amanda porque, después de que cómo se comporta con todo el mundo, de la forma que tiene de tratar a su cuñado, el hombre que la cobija, la alimenta y la viste, recibe lo que merece. Tiene su merecido y, al mismo tiempo, su recompensa por el sufrimiento padecido en el pasado.

Y digo esto de merecido y recompensa porque, cuándo a Amanda se le ocurre volver a los salones de fiestas para recuperar a un antiguo pretendiente al que maltrató sin piedad y rechazó sin miramientos ni remordimientos, recibe un poco de su propia medicina por parte de una ex amiga que, a parte de venganza, quiere darle una buena lección. 

Cegada como está en su ambición y en no ver a nadie más que así misma, Amanda cae en una trampa que no se ve venir y que la encadena a Arnold Peterson, futuro conde de Lancaster. Un hombre que, además, es apuesto, apasionado y hace que su cuerpo despierte de maneras en las que nunca antes lo había hecho.

Sin embargo, a pesar de verse obligada a comprometerse con el guapo desconocido en aras de evitar un nuevo escándalo, Amanda trata de desembarazarse de él utilizando todas sus peores malas artes mientras sigue empeñada en conquistar a su antiguo pretendiente. 

Con lo que no cuenta Amanda es con que ni su hermana se pone de su parte en esta ocasión, harta de sus caprichos y el maltrato que propina a su esposo ni, por supuesto, que el futuro conde de Lancaster es un hombre mucho más tozudo que ella y no se da por vencido con facilidad por lo que, Amanda termina encadenada a ese hombre mucho antes de que se de cuenta.

Pero, claro, ¿cómo iba a comenzar el nuevo matrimonio de "la bruja de hielo" sin un escándalo? Imposible. Y, de nuevo, todo por su culpa. Aunque, claro, lejos de asumir su culpa, tiene que fastidiar a todo el mundo y hacer la vida imposible a su nuevo marido a pesar del deseo que siente por él y los sentimientos que ni siquiera se da cuenta que están despertando en ella hacia su esposo y los que despiertan de su esposo hacia ella.

Lo que Amanda hace sufrir al pobre Arnold es indescriptible y todo por celos, aunque ella piense otra cosa. Claro, el nuevo conde no es el santo Jo y, al final, estalla contra ella después de haber intentado todo para hacerla cambiar, hasta llevarla con su familia haber si su madre la mete en cintura, y es cuándo el Karma toma el control de la situación haciéndola vivir una experiencia que, esta vez sí, conseguirá que Amanda se de cuenta de todo lo que ha hecho incluso con las personas que más la quieren.

Como decía anteriormente, esta es una novela que trata sobre las apariencias, pero también sobre las consecuencias que nos pueden acarrear nuestros actos.

Por muy malas experiencias que hayas tenido en tu vida, en este caso Amanda es con los hombres, no puedes hacérselo pagar a personas que nada tienen que ver con esas experiencias. El cuñado de Amanda, por ejemplo, es un buen hombre que, a pesar de conocer su carácter, la acoge en su casa y no la hace ningún daño. Sin embargo, en lugar de estar agradecida y comportarse bien, lo atormenta hasta casi la locura. Y como en el caso de su cuñado, hace lo mismo con todo el mundo, sin distinciones, llegando a perder hasta a los que un día fueron sus amigos.

Vamos a ver, el haber pasado por malas experiencias no justifica que tengas que volverte un demonio con el resto del mundo. Porque, si los miembros de la sociedad la juzgan sin conocerla, es porque ella ha hecho lo mismo con ellos desde un principio. 

Sin embargo, a diferencia de lo que me pasó con la novela del club de lectura, en esta ocasión sí que me ha gustado porque el planteamiento de la situación es diferente. En esta novela (aunque no es excusable), la protagonista tiene sus motivos para ser cómo es, no lo es de forma gratuita. Además, es un personaje que resulta odioso porque así tiene que ser. Tienes que odiarla desde un principio, conocer la fachada, conocer a la "bruja de hielo", para luego conocerla y, más tarde, alegrarte por ella cuándo al final cumple su castigo, aprende la lección que tiene que aprender y, finalmente, recibe la recompensa por todo lo vivido.

Realmente, es una novela muy bonita, muy bien escrita, con unos personajes con caracteres muy definidos, únicos, que hacen que vivas la historia como tuya llevándote de la mano en una montaña rusa de emociones que culminan en unas cuántas lagrimillas de emoción sueltas (o un llanto si el lector/lectora es más sensiblero que yo), cuándo llegas al final, dejándote un muy buen sabor de boca.

Y, bueno, esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado la reseña.

Nos vemos en la próxima reseña.

Un saludo y un beso a todos ;)

PRÓXIMA RESEÑA: Dulce encuentro bajo la luna (serie bajo la luna nº2)